Otra vez, me vuelvo a encontrar aquí, justo esta tarde,
delante del ordenador un 31 de Diciembre. Creo que este es el momento de mirar
hacia atrás y hacer balance de este año, de todo lo bueno que ha traído, y también
de todo lo malo, pues han sido ambas las que me ha llevado hasta aquí hoy.
Suena “Verbo”, de Nach en el reproductor y me lanzo a recordar.
¿Cómo empecé al año? Creo recordar que bien, todo era
genial, me iba todo a pedir de boca dentro de lo que cabía, la universidad
tirando, amigos con los que salir, unos padres con los que discutir, un hermano
al que dar por saco, y una chica a la que amar… Creo que no debería quejarme
demasiado. De cómo se fueron torciendo las cosas antes de llegar a la mitad del
año, mejor no hablar, y de cómo no pude o supe verlo antes, mejor ni pensarlo
siquiera. A mitad de año me encontré de una forma que no le deseo a nadie:
solo, sin ganas de seguir adelante, sin interés por nada, sintiendo que cada
día caía un poco más abajo si es que se podía, a punto de tirar la toalla y
mandar todo al carajo, la universidad, los amigos, la familia, todo lo que me
gustaba y hacía que el mundo fuese interesante y lleno de color comenzó a
titilar, como cuando soplas una vela una vez tras otra hasta que parece que se
va apagando poco a poco, y acabas ahogándola con un último soplido. Y yo no fui
diferente a esa vela, y supongo que ahí es donde empecé a caer sin remedio.
Nada me consolaba, ninguna palabra animaba lo suficiente, ningún abrazo
apretaba lo suficiente, ninguna caricia me provocaba escalofríos. Y aun así no
tirasteis la toalla, seguisteis a mi lado cuando más lo necesité, y por
vosotros va lo que escribo hoy, porque no me creo la suerte que he tenido con
todos vosotros, y que simplemente estar a la altura cuando cualquiera de vosotros
lo necesite. Me parece que no hacen falta nombres, más que nada porque no
acabaría, o me olvidaría de alguien seguro. Y ahí me veo ahora, desde lejos,
saliendo poco a poco, como si fuese un bebé que aprende a caminar y empieza a
dar sus primeros pasos, ayudándose de la mano que se le tiende. Costó salir del
hoyo, pero me siento satisfecho, desde luego. Finales de verano, fiestas de
Moral, con todo casi totalmente superado, y una chica que me hizo saber que
sólo hay una mujer en nuestra vida, pero que hasta que la encontremos, no viene
mal conocer, probar y atreverse. Inicios del curso, otra vez Septiembre, y con
unas ganas que no había sentido desde que comencé la carrera. Creo que éste ha
sido el año en el que he disfrutado de lo que es estar en la Universidad, los
amigos, el ambiente y la libertad. Notar como los trozos de lo que éramos todos
el año pasado se forjan en algo cuanto menos, interesante. Notar como una amiga
pasa a ser algo raro para ti, sin ser algo más, pero sin ser algo menos. Notar qué
es el deber cuando en vez de estudiar antes de un examen, te vas a consolar a
un amigo que está pasando por lo que yo mismo pasé en verano. Volver a
Valencia, y ver que nada ha cambiado, que Arturo sigue haciendo lo que le da la
gana, que Carlos sigue siendo el mismo pícaro de siempre, que amadeo no deja de
crecer y que los niños del Club siguen creciendo y te recuerdan todavía con
calor. A volver a sentirme parte de un equipo, y volver a jugar al deporte que
más me gusta y sentirme completo por ello.
Me separo del teclado un momento y me masajeo entre los ojos. Realmente, ha
sido un año intenso, lleno de alegrías y tristezas, con sus partes para guardar
en álbumes de fotos y sus partes para quemarlas sin que nadie te vea… Sí, creo que la palabra es intenso, sin
duda. Un año en el que he aprendido, y
mucho: Lo interesante que es la microbiología, lo poco que duran las palabras y
lo mucho que dura la amistad sincera. A ver que el mundo no acaba por que se te
rompa el corazón, sólo que se vuelve un poco más frio, aunque todos sabemos en
nuestro interior que después del invierno, llega la primavera, y que todo lo
que muere, acaba por renacer antes o después. A descubrir que las amigas están
para eso, para serlo, y no para nada más, aunque lo haya aprendido por la via
difícil. A perdonar todo a su debido tiempo, a ver que no tiene sentido seguir
odiando a nadie por mucho daño que nos haya hecho, porque no nos lleva a ningún
lado nunca. A no preocuparme por las cosas que realmente no importan, si no a
centrarme en las que realmente sean las importantes de verdad. Sé que me queda
muchísimo por aprender este año que va a entrar, y que en esta vida hay tiempo
para todo. Las prisas solo nos llevan a morir antes, y ese no es el objetivo de
lo que hacemos aquí. Este 2012 empieza esta noche, y espero que sea igual de
sabio y que tenga las mismas ganas de
enseñarme que 2011. Para todos los que
hayáis llegado hasta aquí, desearos una feliz salida de año, y una mejor
entrada en el que se nos viene encima. Ale, a ser felices =)
Bueno, esta entrada lleva unos meses de desfase, la escribí el día 31, en un momentín que tuve para reflexionar un poco, entre el ajetreo de preparar la cena de Nochevieja, finiquitar los planes de salida, etc...