lunes, 20 de febrero de 2012

Otra vez 31


Otra vez, me vuelvo a encontrar aquí, justo esta tarde, delante del ordenador un 31 de Diciembre. Creo que este es el momento de mirar hacia atrás y hacer balance de este año, de todo lo bueno que ha traído, y también de todo lo malo, pues han sido ambas las que me ha llevado hasta aquí hoy. Suena “Verbo”, de Nach en el reproductor y me lanzo a recordar.

¿Cómo empecé al año? Creo recordar que bien, todo era genial, me iba todo a pedir de boca dentro de lo que cabía, la universidad tirando, amigos con los que salir, unos padres con los que discutir, un hermano al que dar por saco, y una chica a la que amar… Creo que no debería quejarme demasiado. De cómo se fueron torciendo las cosas antes de llegar a la mitad del año, mejor no hablar, y de cómo no pude o supe verlo antes, mejor ni pensarlo siquiera. A mitad de año me encontré de una forma que no le deseo a nadie: solo, sin ganas de seguir adelante, sin interés por nada, sintiendo que cada día caía un poco más abajo si es que se podía, a punto de tirar la toalla y mandar todo al carajo, la universidad, los amigos, la familia, todo lo que me gustaba y hacía que el mundo fuese interesante y lleno de color comenzó a titilar, como cuando soplas una vela una vez tras otra hasta que parece que se va apagando poco a poco, y acabas ahogándola con un último soplido. Y yo no fui diferente a esa vela, y supongo que ahí es donde empecé a caer sin remedio. Nada me consolaba, ninguna palabra animaba lo suficiente, ningún abrazo apretaba lo suficiente, ninguna caricia me provocaba escalofríos. Y aun así no tirasteis la toalla, seguisteis a mi lado cuando más lo necesité, y por vosotros va lo que escribo hoy, porque no me creo la suerte que he tenido con todos vosotros, y que simplemente estar a la altura cuando cualquiera de vosotros lo necesite. Me parece que no hacen falta nombres, más que nada porque no acabaría, o me olvidaría de alguien seguro. Y ahí me veo ahora, desde lejos, saliendo poco a poco, como si fuese un bebé que aprende a caminar y empieza a dar sus primeros pasos, ayudándose de la mano que se le tiende. Costó salir del hoyo, pero me siento satisfecho, desde luego. Finales de verano, fiestas de Moral, con todo casi totalmente superado, y una chica que me hizo saber que sólo hay una mujer en nuestra vida, pero que hasta que la encontremos, no viene mal conocer, probar y atreverse. Inicios del curso, otra vez Septiembre, y con unas ganas que no había sentido desde que comencé la carrera. Creo que éste ha sido el año en el que he disfrutado de lo que es estar en la Universidad, los amigos, el ambiente y la libertad. Notar como los trozos de lo que éramos todos el año pasado se forjan en algo cuanto menos, interesante. Notar como una amiga pasa a ser algo raro para ti, sin ser algo más, pero sin ser algo menos. Notar qué es el deber cuando en vez de estudiar antes de un examen, te vas a consolar a un amigo que está pasando por lo que yo mismo pasé en verano. Volver a Valencia, y ver que nada ha cambiado, que Arturo sigue haciendo lo que le da la gana, que Carlos sigue siendo el mismo pícaro de siempre, que amadeo no deja de crecer y que los niños del Club siguen creciendo y te recuerdan todavía con calor. A volver a sentirme parte de un equipo, y volver a jugar al deporte que más me gusta y sentirme completo por ello.

Me separo del teclado un momento  y me masajeo entre los ojos. Realmente, ha sido un año intenso, lleno de alegrías y tristezas, con sus partes para guardar en álbumes de fotos y sus partes para quemarlas sin que nadie te vea…  Sí, creo que la palabra es intenso, sin duda.  Un año en el que he aprendido, y mucho: Lo interesante que es la microbiología, lo poco que duran las palabras y lo mucho que dura la amistad sincera. A ver que el mundo no acaba por que se te rompa el corazón, sólo que se vuelve un poco más frio, aunque todos sabemos en nuestro interior que después del invierno, llega la primavera, y que todo lo que muere, acaba por renacer antes o después. A descubrir que las amigas están para eso, para serlo, y no para nada más, aunque lo haya aprendido por la via difícil. A perdonar todo a su debido tiempo, a ver que no tiene sentido seguir odiando a nadie por mucho daño que nos haya hecho, porque no nos lleva a ningún lado nunca. A no preocuparme por las cosas que realmente no importan, si no a centrarme en las que realmente sean las importantes de verdad. Sé que me queda muchísimo por aprender este año que va a entrar, y que en esta vida hay tiempo para todo. Las prisas solo nos llevan a morir antes, y ese no es el objetivo de lo que hacemos aquí. Este 2012 empieza esta noche, y espero que sea igual de sabio  y que tenga las mismas ganas de enseñarme que 2011.  Para todos los que hayáis llegado hasta aquí, desearos una feliz salida de año, y una mejor entrada en el que se nos viene encima. Ale, a ser felices =)

Bueno, esta entrada lleva unos meses de desfase, la escribí el día 31, en un momentín que tuve para reflexionar un poco, entre el ajetreo de preparar la cena de Nochevieja, finiquitar los planes de salida, etc...

2 comentarios:

PabloAput dijo...

Te lo he dicho antes en la uni. Tienes un estilo definido y mi crítica es la de siempre mezclas lo coloquial con lo profundo, creo que deberías definir el estilo de cada entrada. Te quedarían mucho más mejor.

Besos, guapo.

Anónimo dijo...

Ojalá yo supiera expresar mis sentimientos sin arrasar con un trocito de blog, ni con un trocito de mi, ni con un pedazo del mundo, ni con gran parte de mis recuerdos. Pero tú sí sabes hacerlo. Y sabes hacer que sonría, con esa media sonrisa que esconde mucho más de lo que dice, y que aparece cuando lees algo que hace que tu mente recorra a la velocidad de la luz todos los recuerdos mecánica y cronológicamente ordenados, o quizás ordenados por su intensidad y la huella que dejaron, hasta encontrar el adecuado.

¿Y no me dirás que no es increíble ese momento exacto en el que todo cambia, y las cosas vuelven al lugar al que pertenecen, verdad?

Love,
A.