Nos miramos. Yo desde el coche. Ella desde la acera. Se
acerca dando saltitos. Sonrío. Parece más joven cuando lo hace. Ya ha llegado a
la ventanilla del conductor. Se inclina y noto su cabello cosquilleando en mi
brazo apoyado en la puerta. Se me eriza cada pelo del cuerpo. Disfruto del
momento, apenas un segundo que me estremece.
Dibuja una sonrisa de labios finos mientras me clava al
asiento con sus ojos verdes.
“¿Quieres que te traiga algo cuando vuelva del viaje? –Le
pregunto.
“Con que vuelvas entero me basta.” –Me mira divertida. Se
agacha para llegar a la altura de la ventanilla y pega su frente a la mía. Los
cíclopes se miran, sin pestañear.- “Bueno… tal vez si que quiero que traigas
algo”
Desliza su mano por mi mejilla, la enreda en mi pelo, tira
suavemente mi cabeza hacia atrás mientras me roba un beso, como si atracase un banco a plena luz del
día. Espectacular.
A estas alturas de la historia, creo que me quedé sonriendo,
pero no como un medio idiota. Más bien como un idiota entero. Sin remedio ni
demasiada salvación.
“Tráete ganas de mí”
No hay comentarios:
Publicar un comentario